Todo es desechable
David Foronda H.
9/16/20252 min leer
Ahora todo es desechable, exclaman muchos, afirmación que parece exagerada, pero para otros es evidente. Por ejemplo, aún hay quienes prefieren usar un pañuelo planchado, que siempre es útil, a más de dar aires de distinción, pulcritud y hasta caballerosidad, opinan. Mientras, muchas personas usan desechables, algo que los primeros vienen a considerar vulgar, no faltando quienes digan “imaginen nomás bailar una cueca con un papel desechable”.
A propósito, esta palabra se refiere a un objeto destinado a ser utilizado una sola vez y desechado después, porque ya no viene a ser aprovechable y puede ser tirado, como una jeringuilla, un pañal, etc. Descartable es la palabra que se usa como sinónimo. En el campo social está relacionado con algún joven que vive en la calle, sin ayuda, sin recursos, y con jefes déspotas que echan a sus empleados u obreros, alegando que “ya no les sirven”. Imaginamos que nadie quiere ser “desechable” o “descartable”.
Lo cierto es que en tiempos contemporáneos, cucharas, platos, servilletas, botellas, envases de comida, embalajes, y mucho más de lo que se encuentra en el comercio, puestos de venta, tiendas y otros, son desechables. El resultado es que muchas cosas de uso diario prácticamente lo son, como las bombillas que no duran como otrora y se van quemando con frecuencia en los hogares. Algunos recuerdan el regalo gubernamental de millones de “focos ahorradores” chinos, hace varios años, que dicen ocasionó el aumento de los problemas visuales en la gente y esto habría dado lugar a una considerable apertura de ópticas en la ciudad. El ciudadano de a pie percibe que todo bajó en calidad, y que ahora fabrican cosas para que sean “desechables”. Por ello surge la queja: “ya nada dura como antes, no sirven, solo son para un rato”.
Por lo tanto, resulta dura la realidad para pobladores del país, al verificar que lo que han adquirido carece de excelente calidad, hablando de los productos nacionales, ante lo cual prefieren elegir, así les cueste algo más, lo importado, no importa que sea vía contrabando. Por cierto, lo hecho en Bolivia, hace décadas, era de insuperable calidad, y al respecto nuestra gente aún evoca las grandes factorías con miles de obreros que producían, con insuperable profesionalismo, una serie de artículos duraderos, muy apreciados por la población, lo que hoy no se ve.
Aunque pueda parecer pesimista este apunte, es menester cambiar de actitud en todos los niveles para salir de esa especie de estancamiento que nos envió al “modo desechable”. Y sobre el particular, el boliviano tiene la esperanza de que las cosas mejorarán con un nuevo gobierno. A Dios gracias que sus creaciones son eternas, en caso contrario, sí estaríamos acabados.