Hambruna no, hambre sí

David Foronda H.

6/21/20252 min leer

Aunque el informe de los entes dependientes de la ONU, conocido hace días, no dice de manera explícita que Bolivia está en riesgo de “hambruna”, hizo sonar las alarmas en todo nivel. Y como no podía ser de otro modo, dicha versión fue desmentida por el gobierno, al igual que por la representante del ente mundial, en una presentación ante los medios de difusión del país. No obstante, hay que recordar ese reporte emitido por la agencia para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que señala: Bolivia es uno de los países a monitorear respecto a la situación del hambre. “Se prevé que la inseguridad alimentaria aguda se deteriore durante el período de pronóstico, debido a la alta inflación sostenida y la disminución de las reservas de divisas. Se proyecta que esto continuará erosionando la capacidad de importación y el poder adquisitivo de los hogares, limitando aún más el acceso a los alimentos”.
El documento agrega: “la escasez de combustible obstaculizará las actividades agrícolas, reduciendo aún más la producción de maíz tras una cosecha ya inferior a la media obtenida en 2024. Según estos datos, en octubre del año pasado cerca de 2,2 millones de personas en Bolivia (el 19% de la población) se encontraban en situación de inseguridad alimentaria aguda”. Por otra parte, dice “el país atraviesa desde hace dos años una crisis económica marcada por la escasez de dólares y el surgimiento de un mercado paralelo de divisas que ha provocado un alza en el precio de la canasta familiar, que es cada vez menos asequible para las grandes mayorías. El último dato de la inflación interanual supera las cifras de los últimos 30 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), y la proyección inflacionaria del Gobierno para este año fue rebasada en los primeros cinco meses”.
Lo cierto es que no existe hambruna en Bolivia, pero sí hambre, debido al alza de precios de todos los componentes de la canasta familiar, dándose el caso, por ejemplo, de que las amas de casa ya no saben qué hacer para lograr un pollo, debido a su precio elevado, que alcanza hasta los 100 bolivianos, algo no visto en las últimas décadas. Por supuesto que los bloqueos violentos y criminales han contribuido a que se profundice la situación de crisis y afecte al estómago de la población boliviana. Ciertamente, los partidarios ideológicos nativos y los internacionales, de los que materializan ese bestial bloqueo, no lo han criticado y menos reprochado, lo que hace ver claramente los intereses que existen. En tanto, quien paga por los platos rotos es la población en su conjunto, y el país cada vez más venido a menos. Sin necesidad de que haya una decisión a nivel sindical, es otro ejemplo, en muchos sitios de expendio ya cobran el pan a 60 centavos la unidad, mientras la carne de res y otros tienen sus precios por las nubes. Entonces, claro que hay hambre, no será hambruna, pero las amas de casa ya no pueden preparar el chairo diario con el mismo presupuesto de hace meses, algo que pareciera no importar a la autoridad.
De ahí que la gente ya se encuentra al borde de que su paciencia sea rebasada y tenga que acudir a otras acciones para hacerse escuchar, antes de que, de veras, la “hambruna” se apodere del país, lo que podría derivar en situaciones desastrosas para todos. Aún se está a tiempo de “salir adelante”.