Con precio de gallina muerta
David Foronda H.
6/8/20252 min leer
El título de esta nota no quiere decir que, en la época actual, en Bolivia todo es barato. No, al contrario, los precios están por las nubes, mucho más si hablamos de la canasta familiar, que ya es casi inaccesible para la mayor parte, debido a los problemas económicos en el país. En consecuencia, nada tiene un precio bajo.
Antes de continuar, recordemos que “con precio de gallina muerta”, es una expresión idiomática que significa que algo se vende con un precio muy bajo, casi regalado. Literalmente, una gallina muerta tiene poco valor –pero, no aquí en estos meses difíciles–, entonces vender algo “con precio de gallina muerta” implica que se está vendiendo con precio muy bajo, menos de su valor real. Como ejemplo, son comprados terrenos o casas con problemas jurídicos, familiares, o quizá deudas en algún banco, y al final por remate los adquieren con precio de “gallina muerta”, que es otra forma de enriquecerse con deudas ajenas, por parte de abogados, constructores y personas particulares que se dedican a los bienes inmuebles.
Dicho ello, ahora le hago conocer opiniones de gente en torno a la situación actual de la nación. Según su criterio, estaría sometida a los “precios de gallina muerta”, lo que quiere decir que “vende” en regalados montos sus bienes, destacando lo que pasa con la explotación aurífera, al dejar, según estudios de la prestigiosa Fundación Jubileo, impuestos o regalías casi míseros para el Estado. También hacen énfasis en lo que acontece con el litio, ya que, siendo el país que tiene los reservorios más grandes del planeta, expertos en la materia hacen hincapié en que “tampoco beneficia a Bolivia en gran proporción”, que es lo buscado, con el fin de mejorar la calidad de vida de la población. Varios afirman que, de un modo u otro, “siempre fue así”, al recordar lo que pasó décadas atrás con el estaño, cuando acopiaba el “Tío Sam” lo nuestro, y ante intentos de elevar el precio para el beneficio nacional, esa potencia amenazaba con poner en venta las reservas almacenadas que tenía en enormes cantidades. Asimismo, casi todo lo que se produce aquí sale a los mercados de afuera en bruto, y no con el valor agregado, y por cierto ello significa darlo “con precio de gallina muerta”.
Hay muchos otros ejemplos relativos a tales condiciones que vive el país, pero baste con lo mencionado. Y cabe añadir que en estas últimas épocas todo es “a la inversa”, término inventado hace poco para aludir al contrabando de productos bolivianos a los países limítrofes, sin que el nuestro gane algo con esa acción. O quizá sea algo como el reloj al revés de la Plaza Murillo, que de una manera u otra identifica a Bolivia como “el reino del revés”, donde nada el pájaro y vuela el pez, donde un ladrón es vigilante y otro es juez, donde un año dura un mes, como dice María Elena Walsh, en su canción “El reino del revés” (1963). En fin, nos hallamos subvalorados, “con precio de gallina muerta”, deplorablemente.